Observé el cielo nocturno, las luces de un par de
reflectores muy potentes proyectaban hermosas figuras en la inmensa
oscuridad. Aun que estábamos realmente lejos supe enseguida que ya estábamos
acercándonos a la fiesta del granero abandonado. Aquella fiesta que se hacia
cada año y solo la gente más exclusiva y selecta lograba encontrar. Estábamos a
punto de conseguirlo, camine más rápido haciéndome paso entre las largas
plantas de maíz que se marchitaban a cada toque de mis manos.
-
¿Vez eso?-
me pregunto Damian. Sus ojos tan verdes como los de un gato me miraron con suma
intensidad. Asentí con la cabeza y él me sonrío con malicia.
Comenzamos a correr más rápido, éramos casi
imperceptibles en la oscuridad. En pocos minutos ya estábamos a unos 300 metros
del granero, aun ocultos en el maizal. Observe con sumo cuidado como ya habían
muchos autos estacionados por doquier. No era necesario afinar los oídos o el
olfato para saber que ese lugar estaba repleto de almas jóvenes, rebosantes de
euforia; presas muy fáciles de cazar, listas para ser devoradas.
-
Recuerda que
solo buscas a alguien en especial- hablo Damian al sentir por donde iban mis
pensamientos. Asentí ligeramente mientras volvía a mirar esos ojos tan
hipnotizantes.
Esa era la parte más odiosa de estar enlazada a otro
Crowling, saber que el podía ver y
sentir lo mismo que tu desde que fueron marcados. Era como si fuese
parte de ti, ya no había intimidad, ya no estabas solo, eras la mitad de un
conjunto para toda la eternidad.
Observé mi mano izquierda y vi como la serpiente que me
había tatuado con Damian y era el símbolo de nuestra unión cobraba vida, se
teñía de un verde mágico y brillante al igual que nuestros ojos. Se enrolló en
mi dedo índice y fue avanzando por la palma de mi mano hasta quedarse enrollada
en mi muñeca. Observe ahora la palma de mi mano derecha, vi con
melancolía mi marca de nacimiento, un rustico lunar que de alguna manera
parecía una pequeña estrella de David. Cerré la mano rápidamente y vi a
Damian. Sonrío mostrando sus dientes afilados y casi felinos. Pronto
observe como sus facciones se hacían menos perversas. Su cabello de un plomizo
verdoso sobrenatural cambiaba a uno azabache. Un ligero flequillo le comenzó a
crecer y tapar ligeramente uno de sus ojos. El color verde intenso siguió allí,
penetrante e hipnotizante. Su ropaje anticuado fue dando lugar a un polo negro
y unos jeans plomos algo gastados. Lo mire totalmente sorprendida, él
río, una risa gutural, no era humano, no ; y eso era algo que él no podía ocultar
a pesar de bajar la ferocidad de sus facciones y cambiar su ropa, él no era
humano, era un Crowling.
-
Trata de
volverte atractiva para los humanos- dijo escupiendo las palabras con asco como
si ese tipo de seres vivientes que nos daban alimento y nos llenaban de fuerza
fueran la cosa más repugnante de este mundo.
-
Tengo entendido lo que tengo que hacer- dije
malhumorada y luego me deje llevar.
Sentí la fuerza caliente recorrer mi columna y desde allí
mis extremidades hasta cubrir todo mi cuerpo. Poco a poco el color de mi
cabello que era rojo fuego fue dando lugar a uno totalmente azabache igual que
el de Damian. Era inevitable verme similar a él después de todo, estábamos
unidos por algo más sagrado que la sangre. Mi frente se cubrió con un cerquillo
recto hasta las cejas, el resto de mi cabello solo logro caer hasta mis
hombros, totalmente recto y alisado. Mis ojos verdosos, se intensificaron
un poco al ser delineados con negro, los afile hasta que parecieran los de un
gato. Mi ropa no fue muy difícil de crear; un brasier rojo se dejaba ver por
los costados de un top negro que llegaba hasta mi cintura, unos pantalones del
mismo color y unas botas negras. Damian me vio de pies a cabeza como si
quisiera devorarme con la mirada, lanzo un pequeño rugido gutural y me miro con
más intensidad que nunca.
-
Si me
gustaran las humanas tu estarías realmente sexy – comentó y yo le sonreí con
algo de malicia.
-
¿Si te
gustaran?- pregunté con algo de ironía y él solo se limito a sonreír lleno de
malicia y lujuria.
Sin decirle nada más comencé a caminar al granero. Al
entrar tan solo cerré los ojos y me deje llevar por la música a todo volumen.
Era en vano que buscara a mi primera presa especial con la mirada o el
olfato, sabia muy bien que tan solo lo sentiría. Damian me tomo de la mano.
-
¿Qué haces?
– pregunte al sentir la electricidad punzante entre nuestras palmas
juntas. Me sonrío ligeramente y se acerco a mi hasta susurrar en mi oído.
-
Ves a todas
esas chicas de allí, quiero que se diviertan un poco- dijo refiriéndose a una
docena de muchachas que lo miraban como hipnotizadas.
-
Pensé que no
te gustaban las humanas- hable a su oído.
-
Y no lo
hacen pero no por eso voy a perder la oportunidad de hacerlas sufrir- dijo y me
atrajo más a él para que comenzáramos a bailar.
La música comenzó a sonar con más fuerza. Era electrónica
pero aun así Damian y yo bailábamos muy pecados, como si fuéramos uno y la
música no tuviera nada que ver con nosotros. Estaba muy relaja, tanto que
comencé a sentir el flujo de energía de aquel ser tan especial para mi. Abrí
los ojos y observe a Damian. Estaba aun con los ojos cerrados pero los abrió y
tomo mi rostro entre sus manos, sentí una ligera electricidad al contacto con
ellas.
-
Lo encontré-
susurre y Damian sonrío mientras sus ojos brillaban de malicia.
-
Sabia que lo
harías- dijo y unió nuestros labios en un beso tan salvaje que sentí como toda
la gente nos observaba. Sonreí mientras mi ego se iba hasta el cielo. Me aleje
de él y le di un ligero golpecito en la mejilla.
-
No te pases
de listo, Damian- hable mientras me alejaba completamente e iba directo a mi
presa.
Camine entre la gente, asiéndome espacio como podía. Los
hombres trataban de acercarse a mi, tan solo les lanzaba una mirada
inquisidora, ellos se detenían en seco y dejaban de mirarme como una presa.
Cerré los ojos tratando de guiarme por mis instintos y otra vez sentí ese flujo
de energía tan sutil. El individuo se movía con rapidez hasta que se quedo
quieto. Fue entonces cuando lo vi de espaldas, era un muchacho con un gran saco
negro y el cabello algo enmarañado de color castaño. Estaba apoyado en el
umbral de la gran puerta trasera del granero, con una bebida en la mano,
parecía no darse cuenta de mi y eso me inquietó. Según Damian, mi elegido
sentiría una fuerza de atracción hacia mi como yo hacia él pero entonces ¿por
qué este individuo no se percataba de mi presencia? Camine tranquilamente hacia
él, ya no había nada que me alejara de mi presa. De aquel ser humano tan
especial para mi que su alma me permitiría tener más fuerza y vitalidad y es
que en el mundo cada Crowling tenia un humano elegido, aquel ser que al
quitarle el alma, completabas la tuya.
En ese momento sentí como alguien me tomaba de la cintura
con fuerza. Su asqueroso olor a sudor mezclado con licor sofoco mis fosas
nasales produciendo que hiciera una mueca de asco. El chico era alto y rubio,
muy fortachón para tener solo 17 años. Tal vez estaba muy borracho o se creía
muy hermoso como para que no me resistiera pero lo cierto es que me estaba
alejando de mi presa. Clave mis uñas en sus brazos que ya rodeaban mi cintura
por completo. Gimió ligeramente y observó mis ojos con odio.
-
¡Hey! ¿pero
que te pasa?- pregunto y su tufo llego hasta mis entrañas.
-
Aléjate de
mi- susurre con una voz tan infrahumana que observe como su rostro palidecía y
me soltaba completamente como si hubiese visto un fantasma o peor, un demonio.
Fue en ese momento que observe como mi presa posaba sus
ojos en mi. Se quedo completamente pasmado ¿me abría escuchado? Lo más probable
era que no, que solo hubiese sentido mi presencia como una gran fuerza
magnética, después de todo era solo un humano y yo solo había susurrado. Sin
poder evitarlo y para no perder más tiempo le sonreí ligeramente mientras
observaba su facciones con precisión. Su rostro, de rasgos suaves inspiraban
confianza a cualquiera. Sus ojos del color de las almendras parecían brillar en
toda esa oscuridad. Aun que su cuerpo era flacucho y se le notaban ligeramente
los huesos del pecho lo cierto es que no se veía nada mal. Me acerque hasta
estar al frente suyo atraída por el magnetismo, lo mire y no pude evitar
sonreír. Me miro totalmente extrañado y giro para ver si estaba alguien detrás
suyo con rostro de confusión.
-
¿Me sonríes
a mi?- pregunto con el seño fruncido, asentí con la cabeza.- No sabia que
chicas como tu se acercaran a mi.- hablo. Ligeramente achine los ojos,
confundida por su expresión.
-
¿A que te
refieres?- pregunte con neutralidad. El negó con la cabeza algo nervioso.
-
No, no ,
no….no lo tomes a mal – se excuso con nerviosismo- es que las chicas lindas
precisamente no se fijan en alguien como yo- hablo e hizo un ademán con las
manos para que me fijara en su pinta. Sonreí.
-
Comprendo-
hable y me acerque más- Entonces ¿no te sientes atractivo?- pregunte y él se
sonrojo ligeramente. En ese instante por un ligero segundo observe como algo a
la altura de su cinturón brillaba. El muchacho se movió algo incomodo,
tapándose con el saco y no me dejo ver más el interior de este.
-
La verdad
no.- dijo con completa sinceridad y tomo un gran trago de su bebida, hasta
acabarla toda. La dejo en una mesa cercana a la puerta y me observo con mucha
intensidad.- mi nombre es Alexander- dijo con un dejo ruso mientras me daba la
mano.
Titubeé por unos segundos al comprender que tenia que dar
mi mano y que el contacto entre nosotros ya era inminente. Con ligera timidez
(muy extraña en mi) me acerque y le di la mano derecha. Sentí en ese instante
como una oleada de corriente eléctrica recorrió nuestros cuerpos de pies a
cabeza, lo extraño fue que no dolió, era una sensación cálida y hasta
placentera. Sin darme cuenta ya había cerrado los ojos y me dejaba llevar por
esa sensación tan extraña y gratificante.
-
¡Concéntrate!-
resonó la voz de Damian furiosa dentro de mi.
Di un ligero respingo y abrí los ojos. No se cuanto
tiempo paso pero lo cierto es que fue como si Alexander hubiese entrado en el
mismo transe que yo y no se hubiese percatado de los minutos que pasaron.
-
Pero que
extraño- susurro viendo su mano.
-
Estática-
dije rápidamente y sonreí con nerviosismo- y por cierto, mi nombre es Pandora.
En ese instante Alexander levanto la cabeza. Fue como si
al saber mi nombre olvidara completamente lo que paso unos segundos antes. Su
mirada se intensificó, fue como si recién, en ese momento hubiese logrado su
completa atención.
-
Un nombre
misterioso para una chica misteriosa- hablo pensativo.
Le sonreí y sentí como mi mano ardía, la vi de soslayo.
La serpiente parecía muy inquieta, se retorcía ligeramente cosa que Alexander
no detectaba por ser solo un humano pero yo si y eso extrañaba.
-
¿Podemos
salir? – pregunte levantando la mirada y limpiándome las palmas de las manos en
mis pantalones. Tratando de que así la serpiente dejara de moverse, pero el
hormigueo seguía presente e incesante.- Aquí no escucho nada y realmente tengo
ganas de conversar con alguien que no solo quiera besarme- hable y él rió
mientras salía del granero.
-
¿Como sabes
que no quiero besarte?- se aventuró a preguntar.
-
Porque lo
veo en tu mirada, eres muy predecible. Esperabas a alguien ¿verdad?- pregunte y
su cuerpo se respingó ligeramente. Pude observar como se ponía tenso y
nervioso. – ¿Cómo se llama? – proseguí tranquila.
-
Pandora-
contesto y sonrío misteriosamente mientras se adentraba con rapidez al maizal
que rodeaba todo el granero.
Corrí tras él, ya no importaba que las plantas se
marchitaran al tocarlas o que el granero rebosara de gente, ahora solo
importaba mi presa. Mis manos se curvaron formándose filosas garras. Mi cabello
volvió a tener la tonalidad rojo fuego y mi mirada se hizo más penetrante y
atemorizante que nunca, al igual que mis facciones. Estaba lista para mi
iniciación. Comencé a correr sin importar que mi velocidad fuera vertiginosa.
-
¿Alexander?-
pregunte, imitando mi voz humana aun que mi estado ya no era ese. No recibí
respuesta entonces me quede quieta, cerré los ojos y trate de sentir su energía
¿pero donde estaba? Era como si se hubiese esfumado y tan solo era un humano no
podía haber ido muy lejos.
-
Aquí estoy-
hablo detrás de mi.
Gire con rapidez y lo observe a los ojos. Su semblante
palideció al ver mi nueva forma. Fue en ese instante que sentí la primera
punzada en mi pecho, exactamente en mi corazón ya casi muerto y podrido por
haber pactado con un Crowling ¿pero que sucedía?
Sin darme cuenta ya estaba caminando hacia él, sedienta
del alma de aquel chico que recién había conocido pero su simple mirada
aterrorizada ya trataba de revivir mi corazón corrompido.
-
Necesito
besarte- susurre con la voz gutural y lo tome del rostro.
Nuevamente esa punzada en mi corazón, esta vez más
dolorosa que nunca. Grite como si fuera un animal herido y sin poderlo evitar
empuje a Alexander unos cuantos metros, calló de espaldas encima de los maíces,
amortiguando así su caída. No hablaba pero no era necesario, su respiración agitada
y entrecortada, sus pulsaciones a mil por hora y ese sudor frío recorriendo su
espalda me demostraban que estaba aterrado.
-
Sal de aquí-
gritó la ultima parte humana que me quedaba en mi cuerpo.- Sal de aquí y por
amor a lo que más quieras no gires.- le grite sintiendo la presencia de Damian
muy cerca.
Alexander asintió con la cabeza y desapareció en la
oscuridad de la noche y las sientas de hectáreas de maíz que nos separaban de
la ciudad. Suspire con fuerza y gire para encontrarme con mi verdugo, Damian.
-
¡¿Por qué?!-
grito con impotencia y me agarro de los hombros con fuerza.- ¡¿por qué?!-volvió
a gritar y me zarandeó con violencia.
Nuevamente tenia sus facciones afiladas, las garras y el
cabello gris pero esta vez algo en sus ojos intimidantes y de color verde había
cambiado y es que ahora note la decepción en ellos.
-
Yo… yo-
tartamudee. No había respuesta para lo que estaba haciendo, sabia que al no
matar a mi primera presa me condenaba a la muerte pero extraña razón sabia que
estaba en lo correcto.
-
¡Teníamos
todo planeado!- hablo con desesperación en la voz- puedes….puedes matarlo aun,
no debe de estar muy lejos…tu….
-
¡No!- grite con fuerza y me aleje de Damian.
-
¿Qué?-
pregunto confundido. En su rostro se vieron facciones humanas que jamás había
visto en el. Temor, confusión, tristeza,
sentimientos que estaba demostrando por mi culpa.
-
El es diferente- susurre sin poder mirarlo a
los ojos- no se lo que tenia, Damian, pero él es diferente…
Con un movimiento casi imperceptible me tomo del cuello y
me levanto del suelo clavándome las garras hasta hacerme daño.
-
¿Solo 10
minutos y te enamoraste de ese humano? ¿Y nosotros qué?- preguntó con la voz
ronca, inhumana. Sus ojos llenos de rabia brillaron mientras ajustaba aun más
su agarre en mi maltrecho cuello. Traté de hablar, traté de gritar pero lo
único que salía de mi boca fueron ligeros gemidos de dolor.
-
¡Déjala en
paz!- gritó Alexander.
Y todo ocurrió tan rápido y sin poderlo evitar. Vi como
un haz de luz azul se acercaba peligrosamente a mi rostro pero inesperadamente
fue a parar al brazo de Damian haciendo que su piel se quemara al contacto y al
fin soltara mi cuello. Damian grito lleno de rabia y dolor, yo caí al suelo sin
tener fuerza alguna para levantarme y sentí como la serpiente en mi mano se
retorcía quemando todo mi brazo, si herían a Damian también me herían a mi.
Grite de dolor agarrando mi brazo con fuerza como si así pudiera parar el dolor
que tenia pero fue inevitable, como también el que perdiera la conciencia en
medio de esa pelea.
-
¿Y no te
asusta mi apariencia?- preguntó Damian con su verdadero rostro. Increíblemente
no me daba miedo es más, me parecía más encantador que nunca. Negué con la
cabeza y abrase su cuerpo inhumano.
-
Lo que me
asusta es lo que va pasar ahora- susurré apoyada en su pecho quieto.
-
Tu eres mi
elegida Pam, tengo que matarte.- dijo con tristeza. Me aleje de él y lo mire
con lagrimas en los ojos.
-
¿No hay otra
manera de terminar esto?- pregunte suplicante mientras Damian me agarraba de
los cintura y me apegaba a él. Se acercó a mi oído con mucho cuidado.
-
¿Me amas?-
preguntó y yo me quede paralizada por unos segundos. Sin pensarlo dos veces
conteste con la verdad.
-
Si.
-
¿Harías
cualquier cosa por mi?
-
Si- susurre
nuevamente como si estuviera hipnotizada por esos ojos verdes tan intensos.
-
Déjame tatuarte, deja que seas parte de mi
como yo de ti y seguirás viva.- susurró.
-
¿Pero…?-
pregunte y me aleje para verle el rostro.
-
No serás
como humana, Pam, sino una Crowling como yo. – habló y yo suspiré.
-
¿Va doler?-
pregunte como una niña pequeña que va recibir su primera inyección.
-
Si y tendrás
que comer lo mismo que yo, tu corazón dejara de latir y…
-
No importa- dije negando con la cabeza para no
escuchar más. Me aferré a él con mis brazos y pensé que si no sabia seria mejor-
con tal de estar contigo para siempre, lo haré, porque te amo.
-
No será tan
fácil Pam, recuerda que los Crowling no sienten amor.
Pero aun así te enamoraste de mi, Damian. Aun así me
protegiste de ti, me diste una segunda oportunidad ¿Y ahora qué? ¿Por qué no me
estabas protegiendo en estos momentos? Tal vez… tal vez era mi turno de
salvarte.
Me obligué a abrir los ojos. Lo primero que observe
fue el cielo oscuro alumbrado por los reflectores del granero. Estaba tendida
en medio del maizal. Mi mano aun me ardía con mucha intensidad, trate de verla
y lo que observe a pesar de la oscuridad me aterrorizó. La serpiente poco a
poco se iba consumiendo en un fuego verdoso que ardía como los mil demonios.
Grite con fuerza y me levante, Damian estaba en peligro, no había tiempo que
perder. Me paré como pude y observé por primera vez desde que había recuperado
la consciencia la pelea que se estaba librando en el maizal. Damian saltaba de
un lado a otro con una rapidez inhumana pero algo torpe por la herida que le había
producido esa espada brillante en una de las manos y quien sabe que otras
heridas más. Alexander lo perseguía con mucha gracilidad, su rapidez era
sorprendente ¿Qué es lo que era?
Debido a la pelea en el que estaban enfrascados ninguno
de los dos se dio cuenta de que yo estaba consiente o tal vez Damian si pero no
me presto atención alguna.
-
Te amo-
pensé con todas mis fuerzas para que el me leyera el pensamiento y comencé a
correr hacia Alexander.
No obtuve respuesta pero no me importó, estaba en falta
con él y trataría de compensarle. A pesar de todo el dolor que sentía me
abalancé a Alexander e hice que cayera al suelo, arrojando su espada lejos de
él.
-
¡Qué haces!-
grito él mientras yo le rugía y trataba de apresarlo con mis piernas y brazos.
-
Te dije que
escaparas y no miraras atrás- hablé con la voz gutural.
-
Tenia que salvarte, vine a protegerte. Eras tu
a la que en verdad buscaba…- habló pero yo ya estaba muy cerca de su boca.
Lista para succionar su alma, a pesar del dolor que sentía en el pecho por
estar tan cerca de él.
-
Yo no necesito ser salvada, elegí este camino- hablé con
la voz nuevamente humana.
-
Pero no
debió de ser así- contestó y vi como su mirada ya estaba resignada a la muerte.
Acerqué mis labios a él y poco a poco le di el beso de la
muerte. Aquel beso que succionaría toda su vitalidad. Sentí como cada bocanada
me hacia más fuerte, mi mano izquierda ya no me dolía en absoluto pero en la
derecha comenzaba a sentir una sensación extraña, como si mi mano se congelara
a cada segundo. Mi corazón comenzó a latir desenfrenado hasta que poco a poco
fue cediendo dolorosamente y después de unos segundos se quedó completamente
quieto. Al concluir de succionar la sensaciones desaparecieron y vi como poco a
poco los ojos de Alexander se iban cerrando. Las palmas de sus manos se
abrieron y fue entonces cuando vi la misma estrella de David marcada en su
palma derecha. Me quede estupefacta y quieta por unos segundos ¿Qué significaba
aquello?
No se cuanto tiempo pase en ese estado, casi siempre perdia
la noción del tiempo ahora que no envejecía. Levanté ligeramente la cabeza y
observe el alba morado con tonalidades rojizas. Me paré y observé mi mano
con la serpiente ahora quieta, había regresado a su tonalidad habitual, ya no
amenazaba con irse. Vi mi mano derecha y note como la estrella se hizo más
uniforme y oscura. Suspire con fuerza ¿Qué significaba esto?
Giré para observar a Damian, estaba parado ahora frente a
mi. Nos quedamos en silencio, sin saber como actuar. Su mano herida estaba
oculta por las sombras del maizal igual que la mitad de su cuerpo, me pregunté
con miedo si es que la había perdido. El negó con la cabeza al leer mis
pensamientos.
-
Solo esta
algo chamuscada- hablo con una ligera sonrisa.
Vi sus dientes puntiagudos, su cabello plomo verdoso, su
piel ensangrentada y esos ojos verdes que me habían cautivado desde el
principio y supe que había tomado la decisión correcta.
Camine hacia él con cuidado, observando solo sus ojos y
tratando de descifrar si seguía tan molesto conmigo como para matarme.
Nuevamente leyó mis pensamientos, acorto el espacio entre nosotros y en vez de
posicionar sus manos en mi cuello me abrazo con fuerza.
-
Pam, un día
te dije que los Crowling no podían amar- habló sin mirarme a los ojos.-
creo…creo que te mentí. – levante la mirada y me encontré con sus ojos
verdosos. – Tenia miedo de decirte lo que realmente sentía. Es algo raro…es…
-
Es amor.- le
corté y le di un beso en los labios. El sonrió mientras nuestro beso se
prolongaba más y más.
-
Sabes que va
ser difícil ¿no? Seres como ese van a buscarnos siempre. – dijo y yo suspire
mientras asentía.
-
Es como yo
¿verdad? – el asintió con la cabeza pero no dijo más.
Me aleje de él y suspire mientras veía el sol salir,
entrelacé nuestros dedos. Sentí su palma ensangrentada chocar con la mía,
esa extraña electricidad dolorosa pero ahora gratificante recorrió nuestros
cuerpos. Me apoyé ligeramente en su hombro y por primera vez después de mucho
tiempo me sentí protegida.
-
Lo
superaremos juntos Damian. Solo prométeme que no te separas de mi y que no
volverás a hacer lo que hiciste- hablé y sentí ligeramente las heridas que me
habían hechos sus garras.
-
Lo prometo.
– respondió y nos miramos a los ojos por un minuto interminable.
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